Dr. Julio A. Díaz Vázquez Profesor Titular Departamento de
Macroeconomía , Centro de Investigaciones de Economía Internacional Universidad de
La Habana.
CHINA: MODELOS DE DESARROLLO ECONÓMICO
Julio A. Díaz Vázquez
Las deformaciones creadas por el Gran Salto Adelante fueron
sometidas a rectificación en 1961-1965 bajo la consigna de
reajuste-consolidación completamiento
y elevación, condensadas en el llamado a caminar sobre las
dos piernas.
Se propugnó un crecimiento más equilibrado de la
industria y la
agricultura. El igualitarismo imperante en las comunas se debilitó
a favor de
mayores incentivos materiales a la producción; los campesinos
recibieron
autorización para explotar parcelas individuales.
La planificación fue reforzada, fueron reducidos los tamaños de
las comunas,
aumentando su número hasta las 74 mil; estimuladas las actividades
anexas
personales como la artesanía.
Especial énfasis se puso en el
fomento de la ciencia, la tecnología, la modernización, el incremento de la
productividad, los sistemas de incentivos, los controles financieros y contables en
las empresas. Así, la restauración moderada ejecutada propició un notable auge
económico.
Entre 1963-1965 la RN mostró un elevación cercana al 15%; la
producción
agrícola, en un 11%; la industria, en un 18%. Por primera vez, la
industria ligera
aventajó el ritmo de incremento de la pesada, aunque las
disponibilidades de
bienes de consumo no superaban los de 19576.
El pragmatismo que parecía imponerse en el ordenamiento de la
economía del
país tenía como cabezas visibles a Liu Shao-qui, como presidente
de la
República; Deng Xiaoping, Secretario General del PCCh7; y Zhou
En-lai, en el
cargo de Primer Ministro.
Sin embargo, entre 1962-1965, Mao emprendió una crítica a las
políticas
económicas aplicadas, en particular en la agricultura. Enfiló las
diatribas contra
la cierta autonomía concedida al sector y al cultivo de las
parcelas individuales
por los campesinos. Denunció una supuesta facción burguesa en el
PCCh que
procuraba volver al capitalismo, al apoyar el empleo de mecanismos
y palancas
mercantiles e incentivos materiales.
La señal para el despliegue de una tercera opción de desarrollo
económic-osocial,
la Gran Revolución Cultural Proletaria, la dio el dazibao (periódico mural) colgado en la pared de la Universidad de Beida (Beijing,
6/1966). En la puerta del Comité Central del PCCH (5/8/1966) Mao colocó su propio
dazibao, cuyo título bombardeen los estados mayores resultó todo un
programa. (6).
Rápidamente se desató una virulenta campaña contra los cuadros del
Partido y
dirigentes estatales acusados de defender la línea capitalista. De
los líderes
represados, entre otros, figuraron Liu Shao-qui y Deng Xioaping (8).}
La punta de lanza de la ofensiva de las masas destapada por la
revolución
cultural, recayó en los guardas rojos, destacamentos de la
juventud seducidos
por el culto a la personalidad de Mao. El radicalismo doctrinal
izquierdista
instaba a combatir lo antiguo y burgués.
A fines de 1967, una vez
borrada la oposición dentro del Partido, y consolidados los dictados y el
lugar protagónico de Mao, se procedió a la reordenación social -- proceso en el que
también ejercieron influencia factores externos --, al ajuste de la
economía a parámetros de naturalización y suprimir elementos monetarios-mercantiles.
La
avanzada de los guardias rojos fueron desligadas; la gran mayoría fue enviada
al campo.
La economía sufrió un duro retroceso de 1966-1968. La
planificación fue
desarticulada, los comités de fábricas del Partido desplazaron a
los gerentes y
los resortes monetarios e incentivos materiales fueron liquidados.
Los vínculos empresariales se naturalizaron y las relaciones de mercado se
anularon en la
práctica. La agricultura retornó al colectivismo de las comunas;
las áreas
privadas cultivadas disminuyeron del 15% al 5%. Los mercado-bazars
y ferias
libres casi desaparecieron. Pero, resultó paradójico que la
industria rural fuera
estimulada como complemento de las actividades agrícolas.
Tampoco faltó en este curso del desarrollo económico-social de
China la
glorificación de las virtudes, en mucho inspirado en las
experiencias del período
heroico de Yenan; y se intentó entronizar el llamado modelo
maoísta;
encarnación ideal de un socialismo austero.
Esta peculiar
concepción social justificó el envío de intelectuales, profesionales y citadinos al
campo para aprender de las fortalezas del proletariado. Modelo que la
izquierda socialista identificó como opuesto a la ortodoxia del proyecto europeo del
socialismo real.
El desempeño económico sufrió la caída de la producción de casi un
14% en
1967 y de un 5% en 1968. La agricultura decreció cerca de un 3%;
solo los
ramos vinculados con la defensa y la industria espacial mostraron
índices
positivos.
China explotó con éxito su primera bomba atómica en
1964; y en 1970 puso en órbita el primer satélite. El IV Plan Quinquenal
(1968-1972) intentó relanzar las tareas económicas: la tasa de acumulación fue
del 37%; el incremento del producto bruto interno (PIB) se fijó en el 6%.
El
crecimiento medio de la producción industrial mostró los males que aquejó a la
economía entre1956-1975. En 1953-1957 la industria pesada creció un 25% y
la ligera un
13%; en 1975 fue de un 1% y un 2%. El PIB en 1965-1976 aumentó en
un 5%.
El V Plan Quinquenal (1973-1977) siguió la tónica del anterior, al
intentar
estabilizar el desarrollo económico del país y paliar la
irracionalidad del
remolino tormentoso entronizado en los años de la revolución
cultural(9).
En este tiempo se trató de estimular la producción combinando en algo la
sensatez
económica con la movilización social en torno a los objetivos
productivos.
Finalmente, intentar un juicio pleno de lo que significaron las
concepciones de
Mao, a partir de 1958, en lo que respecta a la formación de un
modelo de
(7) socialismo chino que se convirtiera en paradigma mundial, resulta
una meta
que rebasa los propósitos de este trabajo.
Además, cuanta el
agravante de la ausencia de una valoración científico-académica integral, que
tenga en cuenta, ante todo, los involucrados que vivieron y soportaron en carne
propia las consecuencias de aquellas gigantescas agitaciones de masas, y sus
efectos
directos en la población de China (10).
Sin embargo, una valoración futura desconoserá, entre sus secuelas
que, el
Gran Salto y luego la Revolución Cultural, dieron al traste con
las ciencias
económicas en 1958-1975.
La política en el puesto de mando se
impuso como método y guía práctica para las soluciones económicas. Más tarde,
al tomarse como base la lucha de clases, se generalizaron en las ciencias
sociales los métodos políticos.
Primó la tendencia a simplificar, absolutizar y
llevar a esquemas carentes de contenido los temas de la economía política y
la problemática social; ejemplo supremo, el Libro Rojo con citas
extraídas de diversos pronunciamientos Mao y elevadas a cánones de verdad
absoluta.
Tampoco puede ignorar que China logró avances significativos en el
desarrollo
económico, la educación, la salud (los médicos descalzos),
igualdad de géneros, etc.
Por otro lado, lo alcanzado en la industrialización
del país se logró sin apenas urbanización, pues los miembros de los diferentes
sectores laborales –campesinos, obreros y empleados – carecían de movilidad
y, por lo regular, el lugar de trabajo era intransferible y vitalicio;
política que privilegió al sector obrero citadino.
Los campesinos en particular, estaban
sujetos al hukou (permiso de residencia), que los ataba a la aldea de por vida.
Por otra parte, China careció, durante la formación del peculiar
modelo maoísta de desarrollo económico de un sistema de seguridad social
estructurado centralmente. La empresa ofrecía trabajo de por vida, jubilación,
vivienda,salud, círculos infantiles, etc. Fue bautizado como el de la
garantía de los tres cuescos de hierro. En el campo, primó el llamado comer de la olla
común.
Hoy, subsisten dudas del costo de vidas humanas – no hay cifras
oficiales; las
usadas, mayores que las de la II Guerra Mundial son estimaciones
que difieren
según las fuentes -- ocasionadas por el experimento maoísta.
Por último, no puede dejar de citarse que las concepciones de Mao
confirmaron
que la política externa es continuación de la interna. Las razones
de Estado
encontraron materialización en la división geopolítica de los tres
mundos: uno
hegemónico, Estados Unidos y la URSS; otro, países desarrollados,
incluido
Japón y los socialistas; el tercero, los países – más China --
subdesarrollados.
Destapado el conflicto chino-soviético, Mao consideró que el país
era el bastión
de la revolución mundial, utilizó toda clase de asociaciones,
incluidas aquellas
con las fuerzas más reaccionarias; y en lo internacional, alentó
grupos políticos
tan deleznables como Sendero Luminoso (en Perú); apoyó los
sangrientos
regimenes de Pot Pol, en Camboya, y el de Pinochet en Chile.
En resumen, la obsesión maoísta por sentar las bases de una
sociedad en
revolución permanente parece confirmar que, todo intento de crear
un sistema
económico que posibilita administrar con éxito la pobreza, resulta
incapaz de
de generar y distribuir riqueza; sin pasar por alto que, en el
caso especial de
( 8) China, la herencia autoritaria que asumió Mao está unida a un
legado histórico
de más de 2 mil 200 años.
V
La muerte de Mao ((9/1976) trajo un período renovador en todo el
entramado
de la sociedad china.
El interregno 1976-1978 constituyó un
momento de transición que afianzó a las fuerzas políticas que pugnaban por
impulsar cambios en el en el curso socio-económico y político en el país.
Así, VI Plan Quinquenal (1976-1980), imbuido de las prioridades otorgadas a la
reanimación económica, resultó semiparalizado por la fragilidad y reajustes
políticos
desencadenados luego de la desaparición de Mao.
En lo social, el
panorama se complicó por las devastadoras secuelas del gigantesco seísmo
que asoló varias zonas industriales del país.
En lo político, la eliminación de la Banda de los Cuatro (cuarteto
que nucleó la
viuda de Mao); la sustitución de Hua Kuo-feng -- Primer Ministro
desde 1976 y
Presidente del PCCh hasta 1981--; la rehabilitación de Deng
Xiaoping, en
1977 (11); le siguió el ascenso a la Secretaria General del Partido
de Hu Yaobang,
en 1981; eventos todos que proyectaron renovadores horizontes en
el devenir
histórico del país (12).
Quedó, así, despejada la vía para que en la
II Sesión Plenaria del Comité Central (18-22/12/1978) fueran resumidas tanto
las experiencias positivas como negativas habidas en la senda
socialista de China.
El cónclave aprobó la propuesta de Deng Xiaoping de realizar la
renovación
económico-socio-política del país, en alrededor de 100 años, partiendo
del
surgir de la Nueva China en 1949 (13).
La reunión sancionó las bases
y direcciones de las cuatro modernizaciones, proyecto que propuso
Zhou Eng-lai, ante la Asamblea Popular Nacional (APN) en 1964 y 1975 sin éxito.
Por otro lado, a fines de los años 70 del pasado siglo, en el país
concurrían
factores internos, externos y políticos que favorecían y a la vez
hacían
impostergables impulsar el crecimiento, el desarrollo
económico-social, así
como asimilar lo más avanzado de la moderna ciencia y tecnología.
Para entonces en China eran evidentes la pobreza, el atraso y el
subdesarrollo; en
1978, la renta per cápita era del 10% y del 2% con respecto a las
de la URSS y
Estados Unidos.
Según cifras oficiales, casi 100 millones personas
vivían al borde el hambre; determinados índices registraban deterioros en
relación con los de mediados de la centuria.
Para encarar los objetivos trazados, China no optó por regresar al
modelo
soviético probado en los años iniciales del triunfo
revolucionario.
La política económica de Reforma y Apertura entronizada a partir de 1979,
parece que
encontró en el contexto geográfico versiones atrayentes de
economías
dinámicas, con activo protagonismo estatal en la dirección
económica y
métodos de gestión anclados en eficientes mecanismos mercantiles,
así como
orientación prioritaria al mercado mundial, aunque en una u otra
medida
exhibían abundantes ingredientes autoritarios.
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