LA MEDICINA
HIPOCRATICA
Pedro Laín Entralgo, Revista de
Occidente, 1970.
<<Alcmeón de Crotona, "jóven cuando
Pitágoras era viejo", según el testimonio de Aristóteles, debió de
componer el texto que nos transmite Aecio en torno al 500 a. de C. Los escritos
del Corpus Hippocraticum que muchos filólogos actuales, con U. Fleischer,
consideraban más tardíos -Sobre el médico, los Preceptos, Sobre la decencia-,
procederían de siglos ulteriores al III a. c., y acaso de la época de la
segunda sofística. La total elaboración de la medicina que solemos llamar
"hipocrática" duró, en consecuencia, no menos de trescientos años;
más adelante expondré, siquiera sea sumariamente, las ideas actuales acerca de
su paulatina constitución histórica y del origen del nombre que la distingue.
Pero esto no excluye que la actitud mental de que nació esa medicina fuese una
creación de los "fisiólogos" y los médicos coloniales del siglo V,
Hipócrates entre ellos.
Nuestro
problema puede ser formulado, por tanto, mediante estas dos interrogaciones:
¿Qué pasó en el mundo griego durante el siglo VI y la primera mitad del siglo V
a. c. para que en él y de él naciese la medicina hipocrática? ¿Cómo los
fundamentos intelectuales y las líneas maestras de esta medicina fueron
constituyéndose sobre tal suelo, desde Alcmeón de Crotona hasta la muerte de
Hipócrates? Llamando "hazaña hipocrática" a esa obra común, puesto
que en Hipócrates tuvo su más importante operario.
EL SUELO
HISTÓRICO DE LA HAZAÑA
El suelo de
que en el siglo V a. c. nació la medicina hipocrática se hallaba inmediatamente
constituido por lo que la medicina griega era con anterioridad a la obra de
Alcmeón e Hipócrates; y mediatamente, por la peculiaridad histórica y social de
la vida helénica en sus zonas coloniales de Jonia y la Magna Grecia.
Antes de Alcmeón y de Hipócrates, la medicina había
sido en todo el planeta una mezcla de empirismo y magia, con mayor o menor
predominio de uno o de otro, y más o menos sistemáticamente trabada con la
visión religiosa del mundo propia del pueblo en cuestión. Y como en todo el
planeta, en la Grecia antigua. Los poemas homéricos lo muestran con estilizada
claridad: en cuanto espejo de la actividad sanadora vigente en la sociedad
aquea, hay en ellos puro empirismo (las curas de Macaón y Podalirio y la de
Patroclo a Eurípilo, Il. XI, 804 ss., y Helena, Od. IV, 219 ss. ), conducta
mágica (la ilustración catártica del ejército de Agamenón con ocasión de la
peste que le aflige, Il. I, 3I3, el ensalmo sanador de los hijos de Autólico,
Od. XIX, 457) y una concepción de la enfermedad en parte rudamente empírica
(heridas de guerra, posible origen externo y "violento" de la
dolencia de Polifemo, Od. IX, 4 II ss.) y en parte conexa con la religión
olímpica del pueblo aqueo (interpretación de la peste antes mencionada como un
castigo impuesto por Apolo, Il. I, I0 ss.). Con anterioridad a Tales de Mileto,
ha escrito Zubiri, la idea griega del universo era pura cosgomonía; sólo por
obra de los pensadores presocráticos surgirá una verdadera cosmología.
Utilizando este mismo esquema, diremos que antes de la nosología
"fisiología" de Alcmeón de Crotona, la interpretación griega de la
enfermedad fue -cuando la hubo- simple "nosogonía", visión, del
origen y la consistencia real de la dolencia dentro de una concepción mítica
acerca del origen del mundo y las cosas.
Más o menos
nosogónicamente interpretada la enfermedad por la imaginación mítica del griego
arcaico -fuese olímpico, dionisíaco u órfico el fondo religioso de esa
operación mitificadora-, la medicina griega anterior a la physiologia siciliana
y jónica fue, como acabo de decir, una mezcla de empirismo y magia, con mayor
predominio de uno o de otra. Periodeutas, farmacópolas, rizotomas y maestros de
gimnasia, entre los empíricos; catartas, ensalmadores, iatrománteis o
"adivinos médicos", meloterapeutas, sacerdotes y servidores de los
templos de Asclepio y apóstoles de los diversos cultos mistéricos, entre los
sanadores de cuño magico, atendían en la grecia prealcmeónica a la cura de los
enfermos; y en colisión más o menos manifiesta con la medicina
"fisiológica" y "técnica" posterior al siglo VI a.c., todos
ellos prosegirán su actividad hasta el ocaso del mundo antiguo. Nada más significativo,
a este respecto, que la polémica de Orígenes contra el rétor Celso, ya en el
siglo III (Contra Celsum III, 25), acerca de si es Cristo o es Asclepio quien
verdaderamente cura las enfermedades de los hombres. Pero en lo que tuvo de
específicamente "helénica", algo había en la medicina griega anterior
al siglo V para que ella pudiera ser suelo y precedente inmediato de la hazaña
hipocrática.
Tres notas
suyas me parecen ser singularmente decisivas: a) la multiforme riqueza de la
medicina empírico-mágica de los antiguos griegos, b) su total carencia de
dogmatismo y c), la táctica expresa convicción de que algo divino en la
realidad del mundo y de las cosas, llámese moira o ananke, pone límites
irrebasables a toda posible acción mágica. [ ...]
He
aquí una primera respuesta: en el filo de los siglos VI y V a.c., la medicina
griega no teúrgica ni mágica era un oficio más o menos artesanal (una tekhne,
en el sentido más modesto de la palabra), considerado como servicio público (el
médico, el adivino,el arquitecto y el aedo o bardo son llamados demioergoi,
"trabajadores para el pueblo", desde la época homérica, Od. XVII,
382-85 ), que podía aprenderse en ciertas "escuelas" profesionales,
era luego practicado en una sola ciudad o viajando de una polis a otra (por eso
a los médicos griegos se les dará más tarde el nombre de periodental,
"periodeutas"; así en Diosc. 7 pref., y luego en una homilía de San
Atanasio, y se hallaba muy próximo ya a convertirse en un verdadero "saber
técnico", en una tekhne autónomamente constituida, tanto a través del
aprendizaje práctico (empeiria), como por una cuidadosa reflexión acerca de
ella misma. Dos cuestiones, pues: lo que en el mundo griego colonial eran por
esos años las tekhnai -si se quiere, las "técnicas"- y lo que acerca
de esas "escuelas médicas" cabe hoy decir.
Con el
sentido de "arte manual", "oficio" o "industria",
la palabra tekhne viene siendo usada por los griegos desde los tiempos
homéricos, pero textos bastante anteriores al siglo V (museo B4;
Pítaco, D. K.10,73a) muestran con claridad la creciente importancia social que
en Grecia van adquiriendo las tekhnai y delatan que estas, aunque de manera
rudimentaria, han comenzado a ser objeto de reflexión intelectual. poco más
tarde, con Heráclito (B 10), Anaxágoras (B 21 b), Arquelao ( A 4) y Demócrito (
B 59), comenzarán a formalizarse e irán cobrando madurez en los diversos temas
de esa reflexión: relación entre tekhne y physis, pertenencia de las tekhnai a
la naturaleza del hombre, origen de ellas, relación entre tekhne y sopiía , etc.
el mito de Prometeo y el del Centauro Quirón como maestro de Asclepio, la alta
estimación mítica también, de los protoi heuretai o "primeros
inventores", muestran la manera más elocuente el enorme prestigio que las
tekhnai poseían en todo el mundo helénico cuando en Crotona se estaban formando
Democedes y Alcmeón y, a mayor abundamiento, cuando Hipócrates aprendía en Cos
el oficio de curar. A comienzos del siglo V , una tekhne no es solo saber
practicar con habilidad mayor o menor un determinado oficio, sino una exigencia
esencial de la naturaleza del hombre -por tanto, algo en cierto modo divino- y
un doble problema intelectual: el de conocer cómo ella se relaciona con el
recién nacido saber filosófico acerca del universo, con la physiologia, y el de
averiguar cómo la inteligencia humana puede pasar de un saber meramente
empírico y rutinario (empeiria) a otro saber que en verdad merezca el adjetivo
de "técnico" (tekhne en sentido estricto). Tal es la situación
profesional e intelectual en que vive el tekhnites o artesano de la medicina a
fines del siglo VI y comienzos del V. Por lo menos, en las colonias de Jonia y
la Magna Grecia.
¿Cómo ese
hombre aprende su oficio y cómo vive? Dos caminos más o menos relacionados
entre sí, se ofrecían entonces al ciudadano libre deseoso de aprender el arte
de curar: colocarse como aprendiz al lado de un práctico experto o asistir a
algunas de las escuelas en que el oficio terapéutico era enseñado. Quien en la
Atenas del siglo V (Jenofonte, Memor. IV, 2-5) quería trabajar como médico,
debía presentar a la ekklesía el nombre del profesional que había sido su maestro,
y no parece osado suponer que tal regla fuese habitual en otras póleis griegas.
Pero los prácticos más estimados en toda la Hélade eran los precedentes de unas
de las distintas "escuelas" que ya antes de Hipócrates, e incuso
antes de Alcmeón, funcionaba en varias ciudades coloniales (Herod. III, 131).
Galeno (Kühn
X,5) habla de tres "coros" o escuelas médicas: Cnido, Cos e Italia
(esto es, [... ]
No debo
repetir aquí lo que acerca de él se dijo en páginas precedentes, pero creo
necesario transcribir el breve texto en que Aecio expone el pensamiento
alcmeónico acerca de la salud y la enfermedad:
<<Afirma
Alcmeón que la salud está sostenida por el equilibrio de las potencias
(isonomía ton dynámeon): lo húmedo y lo seco, lo frío y lo cálido, lo amargo y
lo dulce, y las demás. El predominio (monarkhía) de una de ellas es causa de
enfermedad. Pues tal predominio de una de las dos es pernicioso. La enfermedad
sobreviene, en lo tocante a su causa, a consecuencia de un exceso de calor o de
frío; y en lo que concierne a su motivo, por un exceso o defecto de
alimentación; pero en lo que atañe al dónde, tiene su sede en la sangre, en la
médula o en el encéfalo. A veces se originan las enfermedades por obra de
causas externas: a consecuencia de la peculiaridad del agua o de la comarca, o
por esfuerzos excesivos, forzosidad o causas análogas. La salud, por el
contrario, consiste en la bien proporcionada mezcla de las cualidades>>
(D.-K. B4) Sería difícil exagerar la importancia de este texto, que
se levanta como alto monolito intelectual sobre toda la medicina de su época.
Dentro de la historia de la cultura griega es pieza fundamental en el magno
empeño de entender mediante conceptos originariamente políticos -isonomia o
"igualdad de derechos", monarkhía o "predominio de uno sobre los
demás"- el orden de la physis y sus perturbaciones. Recuérdese lo ya
dicho. En la historia de la medicina universal es la primera manifestación de
una patología ya resueltamente "fisiológica" y el más antiguo esquema
de lo que más tarde llamaremos "patología general". La enfermedad no
es ahora mancha ni castigo, sino alteración del buen orden de la naturaleza,
ruptura de su equilibrio. Y en el conocimiento racional de su realidad - en la
nosología, puesto que de ella formalmente se trata- son claramente distinguidas
la causa externa, la causa próxima en la localización del daño. Por vez primera
en la historia, la tekhne del médico, además de ser destreza práctica, es a la
vez observación metódica de la realidad, physiologia aplicada y sistema conceptual.
El mérito insigne y auroral de Alcmeon de Crotona no
amengua la importancia histórica de Hipócrates. Al contrario, sirve para
señalar el nivel del pensamiento médico griego sobre que se levanta su obra y
la de los restantes autores del Corpus Hippocraticum. Pasemos, pues, de la
Magna Grecia a las islas de Jonia, y contemplemos la figura y la obra de
Hipócrates de Cos, héroe epónimo de la "medicina hipocrática".
¿Qué sabemos
de Hipócrates? De modo cierto - asi cierto, más bien-, muy pocas cosas. Cabe
asegurar, a lo sumo, que nació en la isla de Cos hacia el año 460 a. de C. y
que allí, seguramente de su padre, recibió la primera formación; que acaso
fuera discípulo del médico Heródico de Selimbria; que se relacionó con el
sofista Gorgias y el filósofo Demócrito; que tuvo dos hijos, Tesalo y Dracón, y
fue suegro de Pólibo, autor - al menos en alguna parte - del escrito Sobre la
naturaleza del hombre; que ejerció la medicina como periodeuta en el norte de
Grecia (Tesalia, Tracia), en la isla de Tasos y tal vez en las proximidades del
Ponto Euxino; que murió en Larisa, en torno a los ochenta y cinco años, y allí
fue enterrado. No contando el dicterio de "procurador de la muerte"
(thanaton melétes) que contra él disparó el vanidoso Asclepíades de Bitinia,
sin duda por la frecuencia del éxito letal en las historias clínicas de las
epidemias, el prestigio de Hipócrates fue inmediato y general. Platón compara
su importancia como médico con la de Policleto y Fidias como escultores,
Aristóteles le llama "el más grande", Apolonio de Citio y Galeno,
"el divino". "Inventor de todo bien", le proclama Galeno en
otro lugar, y en el mismo tono hablan de él Rufo, Celso, Alejandro de Tralles y
tantos más. Para toda la tradición occidental Hipócrates será el "Padre de
la Medicina". No puede extrañar, pues, que a partir de Sorano, su primer
biógrafo, se le hayan atribuido hazañas y cualidades (comenzando por su
estirpe, que por el lado paterno - Heráclides - llegaría hasta el mismo
Asclepio, y por el materno - Praxitea o Fenarete - hasta el propio Heracles)
absolutamente imaginarias.
Alcmeón fue
el iniciador de la medicina "fisiológica"; Hipócrates, su verdadero
fundador. No es un azar que a lo largo de los siglos le hayan sido atribuidos
de buena fe muchos escritos de que él no es autor, ni que los alejandrinos
comenzasen a llamar "hipocráticos" a los anónimos y dispares
manuscritos médicos reunidos en los anaqueles de su célebre biblioteca. Como en
el caso de Homero, la fama amplió hasta la desmesura los límites reales de la
persona, y esta es la razón por la cual el término "hipocratismo" ha
tenido una significación tan indecisa y diversa desde la Antigüedad misma. Por
esto, antes de describir la heterogénea colección de pequeños tratados que hoy
llamamos Corpus Hippocraticum, no será inútil precisar los distintos sentidos
con que ese termino puede entenderse. Tales sentidos son, a mí juicio, cuatro:
Hipocratismo
strictissimo sensu: la doctrina de los escritos compuestos por Hipócrates
mismo, si es que hay alguno, o referibles con cierta seguridad documental a su
propia persona.
Hipocratismo
stricto sensu: la doctrina común a toda la escuela de Cos, en la medida en que
hoy nos sea posible perfilarla.
Hipocratismo
lato sensu: el pensamiento común -si es que realmente lo hay- a todos los
escritos del Corpus Hippocraticum, por debajo de sus diferencias de mentalidad,
escuela, época y autor.
Hipocratismo
latissimo sensu: lo que del contenido del Corpus Hippocraticum tenga validez en
la actualidad; aquello por lo cual pueda ser lícito hablar con algún rigor
intelectual de un "neohipocratismo".
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